EL PENSAMIENTO CRÍTICO no es como yo pensaba, como me lo imagina, no es como yo creía[1]…
EL PENSAMIENTO CRÍTICO
no es como
yo pensaba, como me lo imagina, no es como yo creía[1]…
Si no
le “boté corriente” a este título es porque quizás no estoy aplicando el PC
consecuentemente con su exigencia, miremos: “No siempre es como yo pienso, ni como lo imagino y ni mucho
menos como lo creo” |
CEID-EDUMAG
Por muy Corto o largo y
extenuante que haya sido el camino de la ciencia, en la obtención del
conocimiento y los saberes que llegamos a desarrollar como maestros o
profesores en los saberes específicos de nuestras áreas, siempre y sin ninguna
duda tenemos una noción y muy válida
para nosotros sobre lo que es el pensamiento crítico.
Hemos gastado mucha tinta,
a veces nos hemos sentido un poco “cansón” con el tema, y algunos colegas hacen
referencia de mi insistencia en que debemos trabajar decididamente esta
particularidad del saber, pero si no hemos logrado “cargar” un poco la
conciencia de quienes nos rodean en este contexto pedagógico es posible que no
estemos haciendo bien esta tarea.
No basta con demostrar hasta la saciedad que el
pensamiento crítico es determinante para no dejarnos llevar por la opinión de
los demás y considerar esta algo totalmente cierta y correcta. Sino dejar muy
claro que no hay que confundir el pensamiento crítico con el actuar con base a
nuestros impulsos, imaginación y/o creencias.
Según (Paul, Binker,
Martin, Vetrano y Kreklau, 1995), El concepto de pensamiento crítico no escapa
a la controversia o confusión propias de cualquier campo de conocimiento. Es
decir que se da alrededor del átomo, de los números primos, de la Odisea, desde
los dilemas éticos, desde el futbol, desde la inteligencia artificial, desde la
belleza, desde las obras de arte, desde las
leyes de la naturaleza, desde la acción política. Etc.
Los profesores y los propios alumnos, tienen algunas nociones pre
teóricas de lo que es el pensamiento
crítico; algunos piensan que es algo negativo, como hacer un juicio, o la
capacidad de opinar o manifestar un punto de vista personal, sea o no
fundamentado, o bien una actitud contestataria y de oposición sistemática
(Monroy, 1998; Díaz Barriga, 2001). Otros tienen la noción vaga de que se
refiere a un “pensamiento lógico” o un
“buen pensamiento” otros levantan el pulgar cuando el estudiante describe
literalmente una lectura o realiza algún análisis sin discurrir la
racionalidad, sin embargo no logran captar el sentido de lo que tales ideales
alcanzan. Algunos profesores también les puede parecer tan solo una lista
atómica de destrezas y no saben cómo integrarlas u orquestarlas en su quehacer
diario (Paul Et al., 1995; Paul y Elder, 2005). Díaz Barriga (2001) indica que
en muchos programas educativos y en las metas de los profesores, suelen
encontrarse afirmaciones tales como, que lo que se busca con el estudio de
alguna disciplina -por ejemplo en ciencias sociales, ética, matemáticas,
ciencias políticas y económicas, español y literatura etc. -es la formación de
alumnos críticos, que tomen
conciencia o cuestionen y reflexionen sobre su realidad social e histórica y
participen en su papel de actores sociales como principales metas. Sin embargo,
estos agentes educativos tienen poco claro qué es pensar críticamente o cómo
pueden intervenir pedagógicamente para fomentar dicha habilidad.
Desde una perspectiva psicológica, se destacan los componentes
cognitivos y autorregulatorios del concepto y se le ubica como la habilidad de
pensamiento complejo de alto nivel, que involucra en sí otras habilidades
(comprensión, deducción, categorización, emisión de juicios, entre otras). De
acuerdo con Paul et al. (1995) y Díaz Barriga (2001), el pensamiento crítico no
puede quedarse en la sumatoria de habilidades puntuales aisladas de un contexto
y contenido determinado.
Si los maestros no ascendemos a la dimensión critica para concebir la realidad social y política en
que estamos inmerso, la tarea para
proyectar en nuestros estudiantes ese mismo sentido crítico será como escribir
un grandioso poema en el agua, es para asustarse cuando en nuestras escuelas ya
estamos hablando del fracaso de este gobierno alternativo, es una prueba de la
poca rigurosidad de pensamiento, del escaso bagaje intelectual, con las
limitaciones inferenciales
suficientes para no leer en
cada noticias la hermenéutica ideológica
que genera el imaginario colectivo que tiene en este momento a más de medio
país dudando de la gestión de este gobierno.
El pensamiento crítico ha sido
definido por múltiples autores que constituyen un movimiento innovador, que
pone en tela de juicio los conceptos tradicionales del aprendizaje y del
desarrollo de habilidades de pensamiento en la escuela (Fancione, 1990). Al ser
el pensamiento crítico una capacidad tan compleja, cualquier intento por
ofrecer una definición completa y definitiva podría resultar en vano. En un
estudio realizado por Furedy y Furedy (1985) donde se revisó la manera en que
los investigadores educativos operacionalizaban el pensamiento crítico,
encontraron que la habilidad de pensar críticamente supone destrezas
relacionadas con diferentes capacidades como por ejemplo, la capacidad para identificar argumentos y supuestos,
reconocer relaciones importantes, realizar inferencias correctas, evaluar la
evidencia y la autoridad, y deducir conclusiones.
Entre los teóricos más influyentes que se han propuesto definir el
pensamiento crítico, se encuentra Robert Ennis (1985). Para Ennis, el
pensamiento crítico se concibe como el pensamiento racional y reflexivo
interesado en decidir qué hacer o creer. Es decir, por un lado, constituye un
proceso cognitivo complejo de pensamiento que reconoce el predominio de la
razón sobre las otras dimensiones del pensamiento. Su finalidad es reconocer
aquello que es justo e injusto y aquello que es verdadero, es decir, el
pensamiento de un ser humano racional.
Asimismo, el pensamiento crítico es una actividad reflexiva; porque
analiza lo bien fundado de los resultados de su propia reflexión como los de la
reflexión ajena. Hace hincapié en el hecho de que se trata de un pensamiento
totalmente orientado hacia la acción. Siempre hace su aparición en un contexto
de resolución de problemas y en la interacción con los demás.
El objeto de soportar en este artículo todas mis afirmaciones, con los
registros concluyentes de expertos y autores contemporáneos, es dar un paso más
hacia la concientización de mis profes de no seguir mirando el pensamiento
crítico desde las barreras de la pedagogía formal. Este es un buen momento para proyectarlo, se
necesita el cuestionamiento permanente, la autoregulación, la mente abierta el
coraje intelectual, la valoración justa.
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