Cuando el estudiante solo “rinde” en filo

 

Cuando el estudiante solo “rinde” en filo

ELKIN PALMA B.

Antes que la concepción de inclusión se descubriera en el aula y que ésta fuera una condición “sine qua non” en la formación del estudiante, ya los maestros teníamos muy claro la singularidad de cada educando, ya los maestros habíamos detectado los estilos de aprendizajes y creo que, hasta las inteligencias múltiples, o sino ya habíamos entendido que la inteligencia no era una condición o virtud generalizada en los individuos. Pero, aun así, seguíamos recurriendo a Alfred Binet para “medir” la inteligencia y por eso aún seguimos etiquetando a las personas con el famoso coeficiente intelectual.

Con todo lo anterior y el florecimiento de todas las teorías que explicaron la dimensión cognitiva del ser humano, a finales del siglo pasado, aun nos cuesta entender procesos relacionados con dinámicas cotidianas de aula que irrumpen y chocan con la perspectiva tradicional que caracteriza la praxis pedagógica de la mayoría de los maestros contemporáneos:

“La semana pasada asistimos como miembro de una comisión de evaluación, convocada por las directivas del plantel donde laboro, esencialmente para definir el desempeño de los estudiantes en el proceso educativo, la idea que se leía en dicho conclave de profes era, definir el número de áreas que cada estudiante tenía con bajo desempeños, para saber quiénes o que numero de estudiante perdía el año. Resulto entre más de una docena de estudiante, un alumno que además de tener un numero reglamentario de fallas para perder el año como lo indican los SIEE, dicho estudiante ostentaba un gran cumulo de áreas perdidas, que no habían podido ser niveladas, sin embargo, algún profesor advirtió que dicho estudiante tenía excelentes calificaciones en filosofía: ¿Qué está pasando ahí profe? Preguntaron los colegas ¿Cómo es que este estudiante casi pierde todas las áreas del pensum y con usted adquiere excelentes calificaciones, sus fallas son reiteradas y cuando asiste, casi siempre lo hace cuando le corresponde el área de filosofía, mi respuestas fue  “El estudiante, tiene piel para la filosofía y el pensamiento crítico, tanto que se le adjudicó, en compañía de otros tres estudiantes con el mismo perfil, la responsabilidad de representar al colegio en varios foros y debates filosóficos y en una metodología didáctica proyectada por la secretaria de educación denominada  “ El modelo de las acciones unidas”

En la anterior situación, podríamos sugerir un estudio de caso para determinar, que afectaciones de su entorno familiar y barrial no le permite cumplir con los compromisos escolares, el dialogo con los padres es determinante, lo mismo que las sesiones en los departamentos de psicología.

¿Qué si es posible, que un estudiante no rinda en su proceso académico sino en una sola área? ¡Claro que, si es posible!  sin necesidad del súper maestro que ausculte en lo más recóndito de sus intereses, también encontramos lo que Goleman denomina la “empatía” de aula en este proceso tiene mucho que ver la pasión del maestro, la dedicación particular al alumno le ayuda a autodefinirse y reencontrarse consigo mismo, que muchas veces no le permite advertir los lineamientos reglamentarios que determinan la “pérdida del año”

Cuando los maestros no encontramos respuestas en los alumnos en nuestro proceso de aula, por lo general, desarrollamos actitudes negativas y de insensibilidad hacia los alumnos; además buscamos entre los colegas validar nuestros resultados, cuando nuestros pares nos comparten los mismos resultados con el mismo estudiante, y ahí empieza una especie de manguala, que se expresa en ponerse de acuerdo entre todos para que no quede ninguna duda sobre su rendimiento.

Es apenas lógico que un estudiante muestre más interés en algunas clases que en otras, aun cuando cada maestro justifica con el mayor grado de primacía, por qué su área es la más importante.

Nuestro sistema educativo este hecho a esa medida, las 15 áreas que el alumno desarrolla durante el año, en estas debe mantener un rendimiento óptimo, sin importar sus intereses y habilidades en las mismas, sin importar sus potencialidades y mucho menos sus oportunidades.

Nuestra educación, “es una apología al pensamiento racional”, no hay nada de mentira en esta afirmación, ya que los lineamientos fundamentales de esta educación integral se proyectan con una rigidez anclada en los modelos consuetudinarios de la pedagogía.

 

 

 

 

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