¿Usted sabe a qué huele el presidente petro?
¿Usted sabe a qué huele el presidente petro?
ELKIN PALMA BARHONA CEID -EDUMAG
En medio de este desbarajuste, desquiciadamente diseñado por esta recalcitrante oposición, ultra corrupta, me he encontrado con pasajes editoriales que apaciguan la costra de negativismo que le han impregnado a este gobierno, para reducirlo a la más mínima expresión en el imaginario colectivo de los colombianos, este periodo ya lo habíamos vivido, masacres, secuestros, falsos positivos, bombazos, etc y luego venían las propuesta que el mismo pueblo fastidiado aclamaba, casi siempre la petición de mano dura, pero lo que hoy se presenta es inverosímil ¿Cuándo habíamos visto, a los paramilitares matando policía?, no es tan obvio para el sentido común, pero es lo que ha llevado a la ultraderecha en múltiples ocasiones al poder, aprovecharse de la barbarie, de la guerra, patrocinando el terrorismo, provocando que el descuidado ciudadano exija al salvador, y ya sabemos quién es.
En esta misma dirección, encontramos a editorialistas de la “mafia” que despotrican del presidente, quizás sea el mandatario más estigmatizado de la historia de Colombia, por el que sus contradictores no guardan ningún respeto y la investidura presidencial se desgasto a partir del 7 de agosto.
De igual manera, ya por fuera de la línea ideológica este periodismo prepago se esfuerza por construir narrativas hiperbólescas en una falacia sarcástica que no tiene nada que ver con la problemática del país.
Así se construyen las sombras sobre las verdades evidentes y que a diario evalúan, con preguntas a quienes han tildado de mamertos.
Un paisano con mucho análisis crítico me compartió un editorial denominado: ¿Sabe usted, a que huele el presidente? que resuelve la evaluación sobre quien es el que está al frente de este tren, por ello veo oportuno trascribir estas pertinentes prosas escritas por William Vianney Solano. ¿Sabe usted, a que huele el presidente?
“Alguien me lo preguntó con una mezcla de ironía y genuina curiosidad. Me miró de frente, esperando quizá una respuesta automática, una defensa apresurada o un discurso ideológico. Pero no. Le respondí con el alma.
"Huele a tierra mojada", le dije, "como quien ha caminado los campos y se ha sentado con la gente sencilla. Huele a la lluvia buena que llega después de la sequía, trayendo esperanzas".
Porque sí, el presidente Gustavo Petro tiene ese aroma inconfundible de quien no llegó al poder desde los salones perfumados de la élite, sino desde los caminos empolvados del pueblo, desde la montaña, desde la trinchera de la palabra y la convicción.
Huele a libro leído, a reflexión, a conciencia. A ese aroma sereno y profundo que deja una noche de trabajo sincero por el bien común, no por el cálculo electoral. Porque aquí no hay impostura: hay un gobernante que piensa, que se detiene a leer el país, que escribe, que propone, que arriesga.
Huele a café compartido en una plaza. A ese instante donde el líder y el ciudadano se encuentran de tú a tú, sin barreras, sin parafernalias, sin esos muros invisibles que muchos mandatarios han levantado entre ellos y la realidad. Petro no le teme a la gente. La escucha, la siente, la representa.
Huele a agua limpia. A transparencia. A decisiones tomadas desde el alma, sin doble discurso, sin las manos manchadas por la corrupción que ha corroído al Estado por décadas. Y que hoy, ante un intento real de cambio, ruge con rabia porque sabe que su tiempo se está acabando.
Huele a dignidad, a justicia, a equidad. A ese perfume casi invisible que sólo reconocen quienes han sido vulnerados, marginados, excluidos… y que ahora se sienten por fin nombrados, reconocidos, visibilizados.
Y no menos importante, huele a resistencia. A madera quemada por las luchas de antaño, por las traiciones, por las guerras sucias, por las estigmatizaciones. Pero aún arde. Arde para encender cambios, para seguir sembrando conciencia. Su piel, curtida por el viento feroz de la crítica, no se esconde. Porque sabe que su causa no es popular en todas las mesas, pero sí profundamente justa.
Así que sí, yo sé a qué huele el presidente Petro. Y me gusta ese olor. Me sabe a país que se despierta, a pueblo que se sacude, a historia que se reescribe. Y eso, no lo pueden entender quienes jamás han salido de sus cómodos perfumes de privilegio”
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