Las secuelas de las aulas Inclusivas y Multi-problemáticas
Las
escuelas inclusivas representan un avance importante en la lucha por una
educación equitativa y accesible para todos los estudiantes. Sin embargo, en la
realidad cotidiana, los docentes enfrentan una serie de desafíos que dificultan
la implementación efectiva para proyectar su rol en estas aulas, en gran parte
debido a la falta de apoyo y mecanismos adecuados por parte del Estado, a
través de las secretarias de educación de los entes territoriales. La carga que
asumen los maestros va más allá de la enseñanza, convirtiéndose en una labor
que incluye roles de psicólogos, médicos, terapeutas de lenguaje, consejeros y
trabajadores sociales, sin contar con la formación ni los recursos necesarios
para ello. Uno de los principales problemas es la insuficiencia de mecanismos y
recursos por parte del Estado para atender las problemáticas sociales y
emocionales que enfrentan los estudiantes. La realidad es que muchos docentes
deben llenar formatos, elaborar planes de área con mallas curriculares infinitas,
sistematizar evidencias, hacer parte y asistir a la reuniones exprés de áreas,
reunión de padre en sus múltiples modalidades, reunión de comités de
convivencias, consejo académicos, atención a padre y cumplir con los turnos de
vigilancias, sin contar con la asignación académica de 24 horas crono y cumplir
con requisitos burocráticos, tareas que consumen tiempo y energía, en lugar de
centrarse en el proceso cognitivo de los alumnos.
La falta de personal especializado hace que
los maestros asuman funciones que no les corresponden, convirtiéndose en
profesionales de diversas áreas sin la preparación adecuada, lo que afecta
tanto su bienestar como la calidad de la atención en el trabajo de aula, la
situación se vuelve aún más compleja cuando los estudiantes enfrentan
problemáticas sociales extremas: drogadicción, prostitución infantil,
delincuencia y pobreza extrema.
La
ausencia de recursos y personal especializado por parte del Estado deja a los
docentes en la posición de ser los únicos responsables de abordar estas
situaciones, lo cual resulta insostenible y desgastante.
Los
maestros, en su buena voluntad, terminan asumiendo estos roles que corresponden
a profesionales de la salud mental, trabajo social, medicina, etc. sin el
respaldo ni la formación necesaria para hacerlo. Además, la diversidad en niveles
de desarrollo como los alumnos con TDA y otras discapacidades, requiere
atención especializada. La falta de recursos y personal capacitado obliga a los
docentes a improvisar y a asumir estas funciones que no solo limita la calidad
de la atención, sino que también genera un desgaste emocional y profesional en
los maestros, quienes sienten que están en una lucha constante por cubrir las
necesidades básicas de sus alumnos sin el apoyo institucional adecuado.
La
responsabilidad del Estado en esta situación es evidente. Es imperativo que se
establezcan mecanismos claros, recursos suficientes y personal especializado
para atender las problemáticas sociales, emocionales y de salud de los
estudiantes. La ausencia de estos recursos no solo vulnera los derechos de los
alumnos, sino que también sobrecarga a los docentes, quienes terminan siendo
los únicos actores en un escenario que requiere un abordaje multidisciplinario
y coordinado.
La falta de apoyo institucional y la carencia
de personal especializado convierten a los maestros en actores de una tarea que
no les corresponde, afectando su salud mental, su motivación y, en última
instancia, la calidad de vida y la del proceso educativo. La sociedad y las
autoridades educativas deben reconocer que la verdadera inclusión requiere
inversión en recursos humanos y en mecanismos que permitan atender
integralmente a los estudiantes, sin que los docentes tengan que asumir roles
que no les corresponden ni están preparados para desempeñar.
En conclusión, la responsabilidad del Estado
en la atención a las problemáticas sociales y emocionales en las escuelas
inclusivas es crucial. Solo con un compromiso real, recursos adecuados y
personal especializado se podrá garantizar una educación de calidad, digna y
equitativa para todos.
Todas
estas problemáticas están en las agendas de exigencias y en los pliego de
peticiones de EDUMAG y que muy seguramente será un motivo para salir a las
calles.
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