Las secuelas de las aulas Inclusivas y Multi-problemáticas

ELKIN PALMA B. CEID-EDUMAG











Parce interminable la fila de maestros que asisten a las valoraciones de médicos laborales, que llenan su bitácora recetarías con los múltiples padecimientos que desencadena el trabajo docente de este entorno, tanto maestros antiguos como los nuevos del régimen 1278, maestros perfilados en vocación, que ni quiera han llegado a la edad de pensión o retiro forzoso, prefieren desistir de su vocacionalidad, para abrir un espacio de tranquilidad en su vidas, es muy dolorosos ver a lumbreras de la pedagogía con afectaciones esquizoparanoides derivadas del forzoso trabajo de aula contemporáneo, el estrés laboral ocasionado por el trabajo de aula  no lo generó la pandemia con el diagnostico de depresión que tanto se ha puesto de moda en los estudiantes de la última década, es el mismo arribo o proximidad a una era de decantación de valores que ha puesto patas arriba a una sociedad  que no hemos sido capaz de direccionar como familia.

Las escuelas inclusivas representan un avance importante en la lucha por una educación equitativa y accesible para todos los estudiantes. Sin embargo, en la realidad cotidiana, los docentes enfrentan una serie de desafíos que dificultan la implementación efectiva para proyectar su rol en estas aulas, en gran parte debido a la falta de apoyo y mecanismos adecuados por parte del Estado, a través de las secretarias de educación de los entes territoriales. La carga que asumen los maestros va más allá de la enseñanza, convirtiéndose en una labor que incluye roles de psicólogos, médicos, terapeutas de lenguaje, consejeros y trabajadores sociales, sin contar con la formación ni los recursos necesarios para ello. Uno de los principales problemas es la insuficiencia de mecanismos y recursos por parte del Estado para atender las problemáticas sociales y emocionales que enfrentan los estudiantes. La realidad es que muchos docentes deben llenar formatos, elaborar planes de área con mallas curriculares infinitas, sistematizar evidencias, hacer parte y asistir a la reuniones exprés de áreas, reunión de padre en sus múltiples modalidades, reunión de comités de convivencias, consejo académicos, atención a padre y cumplir con los turnos de vigilancias, sin contar con la asignación académica de 24 horas crono y cumplir con requisitos burocráticos, tareas que consumen tiempo y energía, en lugar de centrarse en el proceso cognitivo de los alumnos.

 La falta de personal especializado hace que los maestros asuman funciones que no les corresponden, convirtiéndose en profesionales de diversas áreas sin la preparación adecuada, lo que afecta tanto su bienestar como la calidad de la atención en el trabajo de aula, la situación se vuelve aún más compleja cuando los estudiantes enfrentan problemáticas sociales extremas: drogadicción, prostitución infantil, delincuencia y pobreza extrema.

La ausencia de recursos y personal especializado por parte del Estado deja a los docentes en la posición de ser los únicos responsables de abordar estas situaciones, lo cual resulta insostenible y desgastante.

Los maestros, en su buena voluntad, terminan asumiendo estos roles que corresponden a profesionales de la salud mental, trabajo social, medicina, etc. sin el respaldo ni la formación necesaria para hacerlo. Además, la diversidad en niveles de desarrollo como los alumnos con TDA y otras discapacidades, requiere atención especializada. La falta de recursos y personal capacitado obliga a los docentes a improvisar y a asumir estas funciones que no solo limita la calidad de la atención, sino que también genera un desgaste emocional y profesional en los maestros, quienes sienten que están en una lucha constante por cubrir las necesidades básicas de sus alumnos sin el apoyo institucional adecuado.              

 

    La responsabilidad del Estado en esta situación es evidente. Es imperativo que se establezcan mecanismos claros, recursos suficientes y personal especializado para atender las problemáticas sociales, emocionales y de salud de los estudiantes. La ausencia de estos recursos no solo vulnera los derechos de los alumnos, sino que también sobrecarga a los docentes, quienes terminan siendo los únicos actores en un escenario que requiere un abordaje multidisciplinario y coordinado.

 La falta de apoyo institucional y la carencia de personal especializado convierten a los maestros en actores de una tarea que no les corresponde, afectando su salud mental, su motivación y, en última instancia, la calidad de vida y la del proceso educativo. La sociedad y las autoridades educativas deben reconocer que la verdadera inclusión requiere inversión en recursos humanos y en mecanismos que permitan atender integralmente a los estudiantes, sin que los docentes tengan que asumir roles que no les corresponden ni están preparados para desempeñar.

 

 En conclusión, la responsabilidad del Estado en la atención a las problemáticas sociales y emocionales en las escuelas inclusivas es crucial. Solo con un compromiso real, recursos adecuados y personal especializado se podrá garantizar una educación de calidad, digna y equitativa para todos.

Todas estas problemáticas están en las agendas de exigencias y en los pliego de peticiones de EDUMAG y que muy seguramente será un motivo para salir a las calles.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cuál es la calidad que el ICFES evalúa?

¿Cual es la base de tu opinión

LA EDUCACION