ADMINISTRAR LA ENSEÑANZA

 


               El maestro contemporáneo

  ¿todavia es un administrador del currículo?

Elkin Palma Barahona

   CEID-EDUMAG

Directores del CEID y secretarios de asuntos pedagógicos y científicos de la costa caribe

Hay una luz de verdadera conciencia, que aún no ha iluminado las mentes de una gran parte de maestros, que conocen, que experimenta y vivencian el día a día de aula, pero que el sustrato de pensamiento critico que fomenta su ejercicio no les alcanza para unirse a las voces que se oponen a los dogmas en el que se han convertido las políticas educativas en nuestro país. Quizás lo anterior suene “mal” y hasta “irrespetuoso”, pero si esto sirve para que se habrá la discusión bienvenido, porque cuando nos toca irremediablemente referirnos al tema, para esos mismos maestros sonamos como cansones, con un “sirili” de poco acicate hacia la acción. Por ello este equipo de investigación del CEID-EDUMAG se ha dado a la tarea de desmenuzar en el tiempo desde donde se desvirtúa la misión de todo maestro, que es la poderosa razón por la cual se instauro un “MOVIMIENTO PEDAGOGICO” 

…”Se ha pregonado también ideológicamente que la pedagogía crítica ya pasó, que el esfuerzo de concientización es una antigualla suburbana, sin sueño y sin utopía, sin denuncia y sin anuncio, sólo queda el entrenamiento técnico al que se reduce la educación. En nombre de la naturaleza humana, de la que tanto he hablado, me rebelo contra este pragmatismo despreciativo y afirmo una práctica educativa que, coherente con el ser que estamos siendo desafía nuestra curiosidad crítica y estimula nuestro papel de sujetos de conocimiento y la reinvención del mundo. A mi entender, ésta es la práctica educativa que exigen los avances tecnológicos que caracterizan nuestro tiempo. Al despolitizar la educación y reducirla al terreno de las destrezas, la ideología y la política neoliberal terminan por generar una práctica educativa que contradice u obstaculiza una de las exigencias fundamentales del mismo avance tecnológico, la de preparar a sujetos críticos capaces de responder con prestancia y eficacia a desafíos inesperados y diversificados..

Nos referimos hoy a la escuela sin conmovernos, como si reconociéramos ahí un lugar donde todo el horror social es posible. Como colectividad nos hemos acostumbrado a ver construirse ante nuestros ojos un andamiaje institucional de características casi monstruosas donde se superponen programas y proyectos con el único fin de administrar lo que queda de esa costumbre llamada enseñanza.

La escuela que surge dentro de las factorías, como complemento para que la producción de bienes y servicios no se interrumpiera, ya que los hijos de los trabajadores debían tener un lugar para pasar el tiempo y esperar ahí que sus padres terminaran las largas jornadas de trabajo, luego con un carácter confesional aparecen las aulas, claustros donde la educación estaba muy ligada a la religión y se centraba en enseñar valores y conocimientos religiosos en un entorno más cerrado y tradicional. Posteriormente, en una etapa más alta de la Revolución Industrial, la escuela cambió bastante, comenzaron a parecer más como fábricas, con un enfoque en la disciplina, la eficiencia y la preparación para el trabajo en las nuevas fábricas y empresas. Se buscaba formar a los estudiantes en habilidades prácticas y en una organización más estructurada. Después de esta etapa, la educación siguió evolucionando hacia un modelo más inclusivo y democrático, con la expansión de la educación pública, la incorporación de nuevas metodologías pedagógicas y un mayor énfasis en el desarrollo integral del estudiante, no solo en la formación técnica. La idea fue hacer que la educación fuera más accesible y “adaptada a las necesidades de una sociedad en constante cambio” Hasta aquí podríamos decir que su evolución ostentaba pocos condicionantes, y aunque esa misma escuela fue permeada por diferentes modelos pedagógicos  los maestros asistimos a sus lanzamientos emocionados por que tales modelos iluminarían nuestra misión, pero ¡¡¡oooh que horror muy pocos entendimos el engaño!!!

En los últimos 20 años se ha generado un proceso en el cual la educación ha pasado a transformarse en un servicio público equiparable a cualquier otra prestación social, como el servicio eléctrico, el agua potable etc. que satisface las necesidades generadas por las demandas del desarrollo urbanístico llegando a considerarse que así como la construcción de las redes telefónicas y de acueducto establecen las condiciones para ofrecer estos servicios, colocar los cimientos de una escuela o dotarla de pupitres basta para determinar un lugar para enseñar.

Aunque añoremos la construcción física de un mega colegio este acto no genera las condiciones de un buen proceso educativo.  Levantar en un espacio determinado el aula o el laboratorio no será nunca poner en circulación aquel conjunto de ideas y de prácticas que configuran una cultura.

En nuestro caso la responsabilidad del estado en su función respecto a la educación  esta proyectada casi exclusivamente a la apropiación de partidas para que lo existente siga funcionando, aclarándose que ni siquiera tal acción la cumple medianamente en forma eficaz.

Creo que esto si lo hemos podido notar sin tanta explicación: Se ha ido configurando una estructura organizacional para el proceso educativo cuyo objetivo central es la producción en serie de un conjunto amplio y amorfo de individuos, condicionados  hacia una misma forma de actuar, cuya vida está dirigida y reglada en el qué hacer y él como hacer y con una estructura mental donde están programados todas las actividades desde el hablar y el caminar hasta el amar.

Los maestros en el afán de acercarnos a la placabilidad de tales modelos pedagógicos citamos a Comenio, a Herbar f. a Frobel F. a Montessori,  a Asubel y hasta Subiría, pero ninguno de ellos profundizó sobre la misión y el roll del maestro en el proceso educativo, sin embargo desde la perspectiva de algunos pedagogos como Freire que ven al maestro como un administrador del currículo educativo,  su concepción  se centra en que el docente no solo es un transmisor de conocimientos, sino también un gestor que organiza, planifica y evalúa el contenido que se enseña. En este enfoque, el maestro tiene un papel más estructurado y controlado, enfocado en cumplir con los objetivos establecidos por el currículo oficial.

La visión del profesor como administrador del currículo es lo que más nos vitupera la misión del maestro, esta visión indica que existe una limitante en la creatividad y la autonomía del docente, reduciéndolo a un mero ejecutor de directrices, en lugar de un facilitador que adapte y contextualice el aprendizaje según las necesidades de sus estudiantes. Esto afecta directamente la calidad de la educación, ya que no siempre permite responder a las realidades diversas de los alumnos ni promover un aprendizaje más significativo y participativo, o bien alternativo.  En resumen, aunque la gestión del currículo es importante, es fundamental que los docentes tengamos la libertad y el apoyo para innovar y conectar con nuestros  estudiantes de manera más humana y flexible.

Muy a pesar de que somos muchos los maestros que día, día inquietamos las mentes de nuestros colegas, indagando, hurgando los contextos escolares, descubriendo los sueños de un amanecer pedagógico que se resiste en un devenir del tiempo, pero que tampoco encuentra ecos en las reivindicaciones de nuestra propia lucha, aun así asistimos a una época donde lo administrativo domina el espacio educativo y se instaura una contabilidad sobre la enseñanza, que ha generado un énfasis en la medición de los logros escolares en el aula.

En la medida en que nos toquemos como maestros sensibles a los contextos que abordamos en nuestra praxis pedagógica, no para negar los programas, ni evadir las políticas públicas, sino para construir sobre esos mismos currículos los enfoques de dinámicas alternativas que nos alejen de esa postura consuetudinaria de intermediarios entre los diseñadores del currículo (tecnólogos educativos) y los alumnos. No debemos seguir alimentando esa gran verdad claramente evidenciada: “Los profes de hoy nos dedicamos ahora a realizar diagnósticos como los médicos y los psicólogos clínicos. El profe, Administra. Diagnostica. Prescribe. Pero, ¿Cuándo enseña?






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