El maestro frente a una "generación frágil y esclavizada"
DE LA GENERACION DE CRISTAL A LA MODERNA “ESCLAVITUD"
¿Cuál es el papel del maestro?
Perdonen mis maestros, pero esto ya da pingarria[1] discutirlo, nos ha tocado en suerte
vivir en una época tan poco edificante para la historia de la humanidad.
Teniendo los maestros el mejor aporte para que esto no sea cierto, los valores
que alguna vez fueron pilares fundamentales en la construcción del ser humano,
parecen haber perdido su incidencia en la formación de las nuevas generaciones.
En este contexto, se hace evidente que los maestros enfrentan desafíos sin
precedentes, donde su rol se ve limitado y los jóvenes en su mayoría se
encuentran en un estado inquietante de afectación psicológica[2],
llevando al maestro hasta el límite de su creatividad pedagógica y en muchas ocasiones hasta el límite de su reserva emocional, gestándose en los profes una especie de
pandemia pos-traumática que han
acrecentado las valoraciones psiquiátricas en el magisterio, con los resultados
que ya todo el mundo conoce.
Un sistema educativo que da pocas opciones de que los maestros apliquen
con efectividad su accionar pedagógico, por el número de asignación horaria,
así les toca combatirse
con un aula multiproblemica y multiprecaria que el maestro debe sortear con las
uñas.
La frase "dejar hacer, dejar pasar" describe un modus dinamico que ha permeado a nuestra sociedad. Estudiantes y jóvenes en general, "revestidos de cristal” se han vuelto impermeables a la influencia de los educadores. Esta situación se agrava por el deterioro de los hogares, hoy convertidos en disfuncionales, donde la falta de comunicación y apoyo ha dejado a muchos jóvenes sin la guía necesaria en su educación inicial. La imposibilidad de los maestros de convocar a los padres para discutir el rendimiento y comportamiento de sus hijos refleja una desconexión alarmante entre la escuela y el hogar. Este desamparo no solo afecta el
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La dinámica mediática de las redes sociales ha transformado la
percepción de lo privado y lo público, generando un tejido social donde el "ser en
si" se convierte en un "ser en otro", tal como lo plantea Jean
Paul Sartre. Esta interconexión, aunque puede parecer positiva, ha llevado a una superficialidad en las relaciones humanas y a una pérdida de la autenticidad. Los jóvenes,
en su búsqueda de validación en un mundo digital, a menudo priorizan la imagen
sobre la esencia, lo que contribuye a una crisis de identidad y a la erosión de
los valores fundamentales.
A medida que avanzamos hacia un futuro
cada vez más dominado por la
inteligencia artificial (IA), surge una nueva forma de esclavitud: no con
látigos, sino con el condicionamiento del pensamiento. La IA está comenzando a
reemplazar a muchos trabajadores en tareas procedimentales, lo que plantea
interrogantes sobre el futuro del empleo y la autonomía humana. Si no somos
cuidadosos, podríamos encontrarnos en una sociedad donde la creatividad y el
pensamiento crítico se han sacrificados en favor de la eficiencia y la automatización. La dependencia de la
tecnología puede llevarnos a una conformidad peligrosa, donde las decisiones y
opiniones se ven influenciadas por algoritmos en lugar de un análisis crítico y
reflexivo.
Frente a estos desafíos, es imperativo que como sociedad nos detengamos
a reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando. La educación debe ser un
espacio donde se fomenten los valores, la comunicación y el pensamiento
crítico. Los educadores, aunque enfrentemos limitaciones, debemos encontrar
formas innovadoras de conectar con los jóvenes y guiarlos en su desarrollo
personal y académico. Asimismo, es fundamental que los padres se involucren
activamente en la educación de sus hijos,
creando un entorno
de apoyo y diálogo.
Estamos al final de una era que, si bien ha estado marcada por la decadencia de valores y la deshumanización, también nos ofrece la oportunidad de replantear nuestras prioridades. La construcción de un futuro más esperanzador depende de nuestra capacidad para recuperar los valores fundamentales, fomentar una educación integral y resistir la tentación de conformarnos con un pensamiento condicionado. Solo así podremos enfrentar la esclavitud que está a la vuelta de la esquina.
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