El maestro frente a una "generación frágil y esclavizada"


DE LA GENERACION DE CRISTAL A LA MODERNA      “ESCLAVITUD"

¿Cuál es el papel del maestro?

ELKIN PALMA
CEID-EDUMAG

                       

Perdonen mis maestros, pero esto ya da pingarria[1] discutirlo, nos ha tocado en suerte vivir en una época tan poco edificante para la historia de la humanidad. Teniendo los maestros el mejor aporte para que esto no sea cierto, los valores que alguna vez fueron pilares fundamentales en la construcción del ser humano, parecen haber perdido su incidencia en la formación de las nuevas generaciones. En este contexto, se hace evidente que los maestros enfrentan desafíos sin precedentes, donde su rol se ve limitado y los jóvenes en su mayoría se encuentran en un estado inquietante de afectación psicológica[2], llevando al maestro hasta el límite de su creatividad pedagógica  y en muchas ocasiones  hasta el límite  de su reserva emocional,  gestándose en los profes una especie de pandemia  pos-traumática que han acrecentado las valoraciones psiquiátricas en el magisterio, con los resultados que ya todo el mundo conoce.

Un sistema educativo que da pocas opciones de que los maestros apliquen con efectividad su accionar pedagógico, por el número de asignación horaria, así les toca combatirse con un aula multiproblemica y multiprecaria que el maestro debe sortear con las uñas.

La frase "dejar hacer, dejar pasar" describe un modus dinamico que ha permeado a nuestra sociedad. Estudiantes y jóvenes en general, "revestidos de cristal” se han vuelto impermeables a la influencia de los educadores. Esta situación se agrava por el deterioro de los hogares, hoy convertidos en disfuncionales, donde la falta de comunicación y apoyo ha dejado a muchos jóvenes sin la guía necesaria en su educación inicial. La imposibilidad de los maestros de convocar a los padres para discutir el rendimiento y comportamiento de sus hijos refleja una desconexión alarmante entre la escuela y el hogar. Este desamparo no solo afecta el

desarrollo académico, sino que también impacta en la formación de valores y en la construcción de una ciudadanía responsable. 

La dinámica mediática de las redes sociales ha transformado la percepción de lo privado y lo público, generando un tejido social donde el "ser en si" se convierte en un "ser en otro", tal como lo plantea Jean Paul Sartre. Esta interconexión, aunque puede parecer positiva, ha llevado a una superficialidad en las relaciones humanas y a una pérdida de la autenticidad. Los jóvenes, en su búsqueda de validación en un mundo digital, a menudo priorizan la imagen sobre la esencia, lo que contribuye a una crisis de identidad y a la erosión de los valores fundamentales.

A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más dominado por la inteligencia artificial (IA), surge una nueva forma de esclavitud: no con látigos, sino con el condicionamiento del pensamiento. La IA está comenzando a reemplazar a muchos trabajadores en tareas procedimentales, lo que plantea interrogantes sobre el futuro del empleo y la autonomía humana. Si no somos cuidadosos, podríamos encontrarnos en una sociedad donde la creatividad y el pensamiento crítico se han sacrificados en favor de la eficiencia y la automatización. La dependencia de la tecnología puede llevarnos a una conformidad peligrosa, donde las decisiones y opiniones se ven influenciadas por algoritmos en lugar de un análisis crítico y reflexivo.

 

Frente a estos desafíos, es imperativo que como sociedad nos detengamos a reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando. La educación debe ser un espacio donde se fomenten los valores, la comunicación y el pensamiento crítico. Los educadores, aunque enfrentemos limitaciones, debemos encontrar formas innovadoras de conectar con los jóvenes y guiarlos en su desarrollo personal y académico. Asimismo, es fundamental que los padres se involucren activamente en la educación de sus hijos, creando un entorno de apoyo y diálogo.

Estamos al final de una era que, si bien ha estado marcada por la decadencia de valores y la deshumanización, también nos ofrece la oportunidad de replantear nuestras prioridades. La construcción de un futuro más esperanzador depende de nuestra capacidad para recuperar los valores fundamentales, fomentar una educación integral y resistir la tentación de conformarnos con un pensamiento condicionado. Solo así podremos enfrentar la esclavitud que está a la vuelta de la esquina.



[1] Arcaísmo que denota aburrimiento

[2] Los efectos de la pandemia han hecho que los estudiantes entren en estados emocionales depresivos.

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