LA SUPUESTA CALIDAD

 

LO QUE REALMENTE ESTAMOS ENTENDIENDO POR CALIDAD 

EDUCATIVA

Elkin Palma Barahona.


Para cualquier persona que no entienda los procesos educativos, dicha sentencia puede parecerle perfecta y motivo de reflexión y análisis para encontrar en qué, realmente estamos fallando.

Hay criterios y elementos de la “calidad educativa” que no son anexados a los procesos de la evaluación de esa misma calidad, esta se convierte en un concepto tan ambiguo que ni siquiera se contextualiza, sino que unifica criterios para homogeneizar a los estudiantes de todas las regiones y de todas las escuelas de Colombia.

Así como los criterios de calidad varían de una región a otras, también varía de una escuela a otras y entre estudiantes o ¿Cómo hace un maestro para desarrollar los DBA si su vereda está en un riesgo altísimo de deslizamiento? ¿En dónde quedamos en esa calidad si los laboratorios no existen, como casi en todas las escuelas del departamento?  solamente mencionemos laboratorios, porque también se carece de aulas de informática, muy a pesar de la inversión que hizo el gobierno anterior a través de “Centros poblados”

Casi siempre que se nos interroga por la calidad educativa los maestros por lo general tenemos el mismo discurso, la falta de recursos, el abandono del estado, pero nos falta cuestionar la falacia con que el icfes mide la calidad educativa de nuestros alumnos y de paso la calidad con que llevamos a cabo nuestra praxis de aula.

Aquí existe una discusión de fondo, que los maestros debemos llevar a cabo y proyectar, porque estamos convencidos que, para el común de las personas los maestros nos asiste la mayor responsabilidad, sin advertir que las mayores variables en afectación de esa calidad están por fuera de las competencias y del rol del maestro, si agachamos la cabeza y propiciamos el “laissez faire et laissez passer, le monde va de lui” nos convertimos en idiotas útiles de un sistema que nos convoca en cada jornada a alimentar un proceso que apunta certeramente a desvirtuar la misión y la labor docente.

Pero los nuevos maestros también los tocan los estándares de calidad, que son extraídos de la misma caja de pandora del Icfes, aunque ya todos sabemos cuál es el origen y los propósitos de la evaluación de desempeño, su estrecha “relación marital” con el mercado nos puso en alerta, tanto que los maestros evitamos los conceptos de producto, estándares, pero  tenemos claro que el desempeño docente es trascendental cuando se habla de calidad educativa, ya que tiene el desafío de asegurar que los procesos de enseñanza – aprendizaje – evaluación se desarrollen de la mejor manera posible de acuerdo a las necesidades encontradas y a los referentes establecidos. Por tal razón, es imperioso reflexionar en torno al perfil de aquellos que tienen en sus manos el futuro no solo de las próximas generaciones, sino de la credibilidad en las transformaciones educativas. ojo hasta ahí vamos bien, pero si miramos las garantías que tenemos los maestros dentro de este proceso, son nulas:

El maestro es evaluado en las más precarias condiciones para el ejercicio de su práctica, ESO ES COMO DECIRLE A UN PINTOR: vamos a evaluar su pintura, pero los pinceles que le proveen son vetustos, de cerdas de puerco espín y la pintura es a base de cal y achiote etc…me están exigiendo la técnica de Vangohk o Picasso. Es lo mismo, nunca me acercaré a su técnica con estas herramientas, y me van hacer ver torpe y ridículo mi cuadro.  Porque la oligarquía quiere ridiculizar al maestro con esta evaluación, quiere demostrar que el culpable de la mala calidad de la educación es el maestro, quiere descargar en los hombros del magisterio toda la responsabilidad, que debe tener el estado para brindar una verdadera educación gratuita y de calidad.

La discusión de los estándares está superada hacen tres décadas, en el corazón mismo de la economía capitalista, el debate fue intenso con grupos de opinión en contra y otros a favor de que la educación norteamericana tuviera un sistema de estándares nacional y evaluación, luego de una ardua discusión, hubo un gran consenso entre las comunidades académicas para que se estableciera una legislación reglamentaria a fin de establecer los estándares de contenidos. La preocupación por la educación norteamericana movió todas las esferas políticas y académicas, que llevó a que en un lapsus de dos años entre 1991 y 1993 la convocatoria de los maestros dé cada área respectiva a desarrollar estándares, bajo la premisa: ¿Qué es lo que deben aprender nuestros estudiantes y cómo sabe la sociedad que lo han alcanzado?  

Este movimiento de reinvención le dio un vuelco al sistema educativo, estableciendo unas metas de calidad educativa, medibles, una de las cuales establecía que los alumnos de 4°, 8° y 11° para aprobar deberían demostrar altas competencias en las asignaturas, se puede encontrar que no existe una legislación propiamente dicha en la aplicabilidad de los estándares, pero si estableció la posibilidad de darle un carácter voluntario, este es un aspecto que nos llama la atención ya que si miramos el derrotero de su aplicabilidad en nuestra sistema educativo, aquí sí es un imperativo para todas las escuelas y maestros.

El termino estándar tiene en nuestro sistema educativo dos acepciones, que son las más utilizadas: Estándar de contenido curricular, estándar de desempeño escolar, los primeros describen lo que el profesor debería enseñar y lo que el estudiante debería aprender, pero todos sabemos, que son un elemento de la economía capitalista que mide los parámetros ideales de un producto o servicio.

Según el consejo de profesores de matemáticas de los Estados Unidos, que son los pioneros en el desarrollo de estándares a nivel mundial, los estándares o criterios de desempeño son una proposición sobre lo que es evaluado, que puede usarse para definirse como calidad.

La ley 115 de 1994 establece en su artículo 80 “el sistema de evaluación nacional, que faculta al Icfes para que establezca los criterios de evaluación de la calidad educativa”.

 Este concepto de calidad que han proyectado los gobiernos anteriores a Gustavo Petro, se apoderaron del imaginario colectivo de todos los maestros de Colombia, desde los más veteranos y experimentados hasta los recién graduados, esto se aprecia en la gran preocupación que expresamos, cuando categorizamos a nuestros estudiantes al convertirlos   y definirlos en una instancia numérica, desde que el muchacho empieza a pensar en el examen que “habilita su futuro”, lo invade casi siempre una angustia existencial por el resultado que debe obtener para continuar su vida: “profe después de la prueba saber somos un número, que de acuerdo con su cuantía expresa lo que somos, porque hasta las carreras están estratificadas, las más comunes y tradicionales requieren puntajes superiores y las que para muchos no son de gran “prestigio” requieren puntajes cómodos,

En este sentido, por mucho que en la escuela se trabajen procesos de vocacionalidad o se hagan procesos basados en inteligencias múltiples para encaminar a los estudiantes en sus verdaderos perfiles, este examen tira por la borda este proceso. ¿Cómo entender la calidad de profesionales que son ahora, de alumnos que no fueron favorecidos  en la pureba saber con puntajes altos y que se inscribieron en las universidades con puntajes paupérrimos según el ICFES y hoy se destacan en la vida pública por su desempeño?

¿Por qué la calidad que proyecta el estado a través de las pruebas saber es apócrifa?

La UNESCO En la declaración mundial que hizo en Tailandia en 1990 con el propósito de perfeccionar las políticas educativas. Describe como eje del concepto de la calidad educativa: las tasas de inscripción, atención y conclusión del sistema educativo, teniendo en cuenta las siguientes variables:

Estudiantes, sanos y motivados, docentes competentes, que utilizan pedagogías activas, contenidos, programas de estudios relevantes, sistema, buena administración y distribución de recursos equitativos, entornos educativos seguros, sanos e integrados a fin de favorecer un excelente aprendizaje, niveles bien definido de rendimiento para todos.

 La alegría del manifiesto, nos puso a soñar, no era mucho, pero se entendía un buen avance. Sin embargo, a pesar de la conceptualización integral de la calidad, aquí la única calidad valedera es la que proyectan las pruebas estandarizadas del estado. Las estadísticas de cobertura educativa como como definición pública de calidad. Aunque estas pruebas muestran algunos elementos importantes al establecer la calidad. No se toman en cuenta otros elementos que son muchos más complejos e influyente a lo que debe ser la verdadera calidad. No se está teniendo en cuenta, el análisis de     las causas de los resultados de la prueba, los factores externos a las instituciones que influyen en los resultados. Los contextos de los estudiantes y sus familias

Los ranking de instituciones educativas según los resultados del Icfes promueven la privatización, el rezago de las instituciones públicas y el recorte de los recursos  a los, planteles educativos han profundizado la crisis económica del sector educativo público, el concepto de calidad educativa actual segrega a la población y es un mecanismo de ataque neoliberal a la escuela, enriquece el argumento de la inminente  separación del estado de su responsabilidad, la demostración de eficacia y efectividad educativa se relacionan con los resultados en las pruebas y lo más injusto es que después de  todo esto se emite un juicio social que toca fervientemente el roll del maestro.

Vale la pena advertir, que si se concreta la propuesta de Fecode, de delinear los objetivos del movimiento pedagógico a través del PTA, seguramente daremos un gran avance  en la proyección de la calidad en la educación pública.

 

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